sábado, 18 de septiembre de 2010

DEL POSITIVISMO A LA FILOSOFÍA DEL LENGUAJE Y LA FILOSOFÍA DE LA CIENCIA.

A finales del siglo XIX irrumpe en el campo de la filosofía el aporte de las naciones americanas y más propiamente de los E.E.U.U., que tiene gran influencia en la filosofía británica, desarrollándose una nueva forma de pensamiento; desarrollo que se presenta en primer término como una reacción contra el materialismo y el positivismo, recibiendo el nombre de pragmatismo (Pierce) en donde el pragmatismo pretende averiguar la significación de las palabras difíciles y concepciones abstractas, determinar las significaciones de conceptos intelectuales, para así lograr una claridad en las cuestiones Metafísicas eliminando los sinsentidos; sea el caso por ejemplo William James para quién cada palabra debe tener su valor efectivo, las teorías son instrumentos y no fundamentos y en donde la verdad es lo que resulta de la relación de las diversas partes de nuestra experiencia.
Dentro del contexto angloamericano surge también la tendencia denominada “PERSONALISMO”, la cual interpreta la realidad desde el punto de vista de la realidad y de la persona, afirmando así la existencia de un Dios y la libertad humana (B. Parker, Bowne, Mary Whiton Calkins, E. Sheffield, Brighman...). La ampliación del horizonte científico en el siglo XX, especialmente en lo que hace referencia a la matemáticas y la lógica (Frege, Russell y Hilbert) la física (Michelson, Einstein con su teoría de la relatividad y la física cuántica), la química, la Biología y la Cibernética como también la Sicología (Pavlov, Watson y Freud), van a generar cambios radicales en la concepción del mundo. Se da un auge entonces en el pensamiento marxista en sus diferentes tendencias e interpretaciones, al ser extendido los conceptos de historia de la producción social a la filosofía política y la filosofía de la historia, en la que cada actividad es sólo un momento de un proceso más amplio cuyo factor esencial es la economía (Lukácks, Bertholt Brecht).
Por otra parte en Italia resurge el kantismo representado por Piero Martinetti, encarnizado opositor del fascismo y quien convierte a la filosofía en una religión racional, a la par se da un renacimiento hegeliano (B. Croce). Y en Alemania la figura más representativa es Edmundo Husserl, quien se propone hacer de la filosofía una ciencia rigurosa, por medio del método fenomenológico; sus tesis influyen en el nacimiento del existencialismo en sus diversas interpretaciones (Max Scheler, Heidegger, K. Jaspers, K. Barth, Gabriel Marcel, Luis Lavelle, Jean Paul Sartre y Albert Camus).
Con Ortega y Gasset, se retomo nuevamente la filosofía del YO, que interactúa con el mundo: “Yo soy yo y mi circunstancia”, en donde el sujeto es una realidad concreta y viva a la cual todo se subordina, incluso la razón misma. Es a partir de 1925 cuando resurge nuevamente el positivismo, bajo la noción de Neopositivismo, caracterizado por un profunda tendencia antimetafísica, centralizada en los miembros del circulo de Viena, los cuales provenían de la ciencia o mostraban profundo interés por la lógica y por la metodología científica: (R. Carnap, L. Wittgenstein, Ch. Morris, Orman Quin, A. Ayer.
El encuentro del Neopositivismo con el pragmatismo de Dewey, genera una corriente de neoilustración, que entiende la razón en cuanto humana, concreta y creadora de instrumentos (Ciencias), para afirmar al hombre en el mundo (Karl Popper y Gaston Bachelard).
Otra de las corrientes de gran trascendencia en el siglo XX es el estructuralismo, creado por Ferdinand de Saussure, quien revoluciono el campo de la lingüística a partir del sistema de elementos que lo componen en su totalidad y no a partir de la palabra, es decir la manifestación material individual (Claude LeviStrauss, Jacques Lacan, Michel de Foucault, Piaget, Althuser...).
De ésta forma tan compleja y a su vez intrincada se desarrolla lentamente las dos últimas corrientes filosóficas posmodernistas como son la Filosofía del lenguaje, la cual considera que todo se reduce a un simple problema del lenguaje; y la filosofía de la ciencia, que plantea la rigurosidad y exactitud de la metodología de la Investigación Científica. Todo se centra en el gran anhelo del hombre por comprender de una mejor forma el universo y a partir del cual se desprenden las ciencias particulares.
2.3.1 Filosofía del Lenguaje: Las cuestiones relativas al problema del lenguaje han sido tratadas desde la misma antigüedad, y como lo afirma Cassirer: “El problema del lenguaje es en el fondo tan antiguo como la pregunta por el origen del ser y de la naturaleza”. Para esbozar una breve síntesis de ello, podemos decir que los presocráticos de algún modo equipararon lenguaje y razón, el lenguaje se consideraba como un momento del logos, en donde el universo podía hablar a través del hombre. Los sofistas por su parte lo examinaron desde el punto de vista tanto retórico como gramatical y humano, su centro de atención fue examinar hasta que punto los nombres del lenguaje son o no convencionales; ésta visión fue retomada posteriormente por Platón, quien en el Cratilo defiende la doctrina de que los nombres están naturalmente relacionados con las cosas. Aristóteles, introduce un nuevo elemento que es el concepto o noción, que bien puede entenderse como un concepto mental o como un concepto lógico; es a partir de Aristóteles que los problemas del lenguaje se complican al plantearse la relación entre expresión lingüística y concepto mental, en donde los problemas del lenguaje dejan de ser estrictamente gramaticales para tornarse en problemas lógicos.
Durante el medioevo, el problema del lenguaje fue tratado dentro de las investigaciones puramente lógicas, caso típico va a ser el problema de los universales, se ocuparon de la naturaleza y las formas del lenguaje como también de las significaciones. Es a partir de la edad moderna, que el problema del lenguaje se plantea no propiamente como una disciplina filosófica, pero si se inician los primeros pasos para esta. Durante el modernismo se presentan dos actitudes básicas hacia el lenguaje, la primera representada por los racionalistas, quienes visualizan el problema de los universales desde un enfoque realista; la segunda actitud, representada por los empiristas desde un enfoque nominalista, considerándolo como instrumento capital para el pensamiento, que es necesario ser sometido a una rigurosa crítica para no caer en las trampas o vicios, haciendo creer, que porque hay un término o una expresión en el lenguaje existe una realidad designada por dicho término.
El verdadero florecimiento de la filosofía del lenguaje se da propiamente en el siglo XX, en donde se ha llegado a considerar la crítica o análisis del lenguaje, como la ocupación central de la filosofía. Desde esta perspectiva se desarrollan: EL PRAGMATISMO, en donde el lenguaje es examinado como un instrumento, estas doctrinas se encuentran ligadas al intuicionismo (Bergson), se parte del hecho que sólo la intuición puede alcanzar el fondo de la realidad y el lenguaje se limita a capturar la realidad bajo forma de manipulación; EL EXISTENCIALISMO, el lenguaje aparece como lenguaje humano y como manifestación de la persona, aunque no se puede considerar propiamente como una corriente existencialista; POSITIVISMO LÓGICO Y ATOMISMO LÓGICO, la formalización de los lenguajes que desencadenan las doctrinas que se interesan por el análisis del lenguaje, como es el caso de la escuela de Oxford, que estudia el lenguaje desde el punto de vista de la teoría del símbolo y del simbolismo.
LUDWIG WITTGENSTEIN: (1889-1951), de origen austríaco Uno de los filósofos más influyentes del siglo XX, que analiza el lenguaje como problema central de la filosofía es Wittgenstein, reconocido en especial por su contribución al movimiento conocido como filosofía analítica, y para quien el lenguaje aparece primero como una especie de impedimento para conseguir el lenguaje ideal, en donde la estructura de l lenguaje corresponde a la de la realidad, noción que es abandonada por el filósofo, para postular la investigación del lenguaje, retomándolo como el tema capital de la filosofía, bajo la forma de una filosofía lingüística, entendida esta como un análisis conceptual o lingüístico, en donde se busca la clarificación lógica de las ideas, combatiéndose el hechizamiento de nuestra inteligencia por medio del lenguaje.
Precisamente en el Tractatus, Wittgenstein sostenía que el lenguaje se compone de proposiciones complejas que pueden ser analizadas en proposiciones más sencillas hasta llegar a una formulación simple o elemental. De modo similar, el mundo se compone de hechos complejos que pueden ser analizados en hechos menos complejos hasta llegar a los hechos simples, o atómicos. El mundo es la totalidad de esos hechos. Según la imagen de la teoría del significado de Wittgenstein, es la naturaleza lógica de las proposiciones elementales la que representa hechos atómicos o “situaciones”. Afirmaba que la naturaleza del lenguaje requiere proposiciones elementales, y su teoría del significado exige que haya hechos atómicos representados por proposiciones elementales. Sobre este análisis, sólo las proposiciones que representan hechos —las proposiciones de ciencia— son consideradas cognitivamente significativas. Las declaraciones éticas y metafísicas no son afirmaciones significativas ni relevantes. Esta teoría produjo un gran efecto sobre las teorías del positivismo, y los positivistas lógicos. Wittgenstein llegó a creer, no obstante, que la limitada visión del lenguaje reflejada en el Tractatus era errónea. En las Investigaciones filosóficas defendió que si uno investiga en el presente cómo se utiliza el lenguaje, la variedad de usos lingüísticos se vuelve clara. Las palabras son como herramientas, y como las herramientas sirven para diferentes funciones, así las expresiones lingüísticas cumplen diversas funciones. Aunque algunas preposiciones son utilizadas para representar hechos, otras son utilizadas para ordenar, interrogar, orar, agradecer, maldecir, y así sucesivamente. Este reconocimiento de la pluralidad y flexibilidad lingüísticas llevaron al concepto de Wittgenstein del juego del lenguaje y a la conclusión de que la gente interpreta diferentes juegos de lenguaje. El científico, por ejemplo, está inmerso en un juego lingüístico diferente del teólogo. Además, el significado de una proposición ha de ser comprendida en el ámbito de su contexto, esto es, en los términos de las reglas del juego del cual esa proposición es una parte. La llave para la solución de los rompecabezas filosóficos es el proceso terapéutico de examinar y describir el lenguaje en uso.
2.3.2 Filosofía de la Ciencia: Al hablar de filosofía y de ciencia surge el gran interrogante de cual es la relación directa que guardan estas dos disciplinas y la primera respuesta es que es de índole histórica, y es que la filosofía ha sido y seguirá siendo la madre de las ciencias, por cuanto que con ella nace el espíritu investigativo del hombre que se plantea el por qué de las cosas; históricamente la filosofía no sólo ha sido la madre de las ciencias sino la reina en todo instante, ya sea por conocer mediante el más alto grado de abstracción, ya sea por tratar el problema del ser en general o por tratar los supuestos de las ciencias; y es que la ciencia constituye uno de los objetos de la filosofía es por ello que hay una filosofía de la ciencia así como hay una filosofía de la religión, del arte...
La filosofía se ha de entender fundamentalmente como la teoría del conocimiento de las ciencias, y si las teorías científicas se sobreentienden como teorías de teorías, con mayor razón la filosofía puede ser considerada como una teoría de teorías de teorías. En últimas se puede afirmar que la filosofía de la ciencia en la actualidad se entiende como la disciplina bastante amplia, en donde los filósofos y los científicos no se han puesto de acuerdo en los temas. Algunos consideran que la filosofía de la ciencia es esencialmente el análisis del lenguaje (o lenguajes) de la ciencia (o de las ciencias), para otros es la ciencia que se encarga de escrutar críticamente todos los supuestos, tanto metodológicos como ontológicos, de las ciencias.En los últimos años se han generado dos corrientes dentro de la filosofía de la ciencia, una que se ha denominado filosofía analítica de la ciencia y la otra filosofía hermenéutica de la ciencia.