sábado, 13 de febrero de 2010

AMOR PLATÓNICO Y AMOR GRIEGO

Tomado del articulo de Mario Gamboa publicado el doce de marzo de 1995, en las lecturas Dominicales del Tiempo.
En la antigüedad en el período de Atenas, las relaciones sexuales entre hombres adultos y jóvenes fueron aprobadas por la sociedad dentro de ciertas reglas galantes; la relación debía ser erótica así como espiritual y educativa.
El hombre debía asistir al joven efebo en su educación y en su desarrollo hasta convertirlo en un honorable y virtuoso adulto. Platón habla en el Fedro del amor homosexual manifestando que ese amor es más noble y espiritual que el amor que pueda existir entre un hombre y una mujer, destacando que todos los personajes del diálogo coinciden en ello. Las leyes atenienses promotoras de la educación incluían penas y castigos para comportamientos homosexuales en el caso de prostitución o violencia sexual.
Con Platón resulta a veces difícil saber qué es lo que realmente pensa por el método dialogado que emplea. Cuando leí hace tiempo el Fedro me parecieron equívocos varios pasajes que podrían llevar a las conclusiones anteriormente anotadas. Sin embargo pensaba, era mi interpretación personal, que Platón al hablar de esa relación se refería a una relación puramente espiritual, como la que se establece entre maestro y discípulo, y que ha sido la columna vertebral de las espritualidades orientales.
Me parecía que las tradiciones griegas en mucho semejantes a las tradiciones de la India podían también tener en eso una similitud. Las tradiciones y costumbres de los arios que conquistaron la india y que crearon allí una nueva cultura, cuya religión se explicitó en los vedas y cuyas costumbres se reglaron en el código de Manú, presentan notables similitudes con la religión y con las costumbres de otras tribus arias que conquistaron Grecia y crearon allí esa maravillosa cultura que en mucho ha sido la maestra de Occidente.
Las tradiciones y costumbres de ambas culturas, teniendo en raíces comunes, presentan similitudes y correspondencias importantes tal como lo enseña esa obra clásica maravillosa de Foustel de Coulanges, la Ciudad Antigua. Siempre he pensado que cuando Platón señala que esa relación entre dos hombres es superior a la relación que pueda existir entre hombre y mujer, la superioridad de que habla refiere exclusivamente a la relación espiritual entre maestro y discípulo. Entre los griegos no se entablaba esa relación espiritual con mujeres porque se veían como de menor condición anímica e intelectual, limitación que comienza a superarse para la mujer con la llegada del cristianismo, el cual siguiendo la tradición Judía reconocía en ella un ser creado, como el hombre, a imagen y semejanza de Dios. De esta relación, bajo la forma de relación espiritual, son bellos ejemplos: San Francisco y Santa Clara; San Juan de la Cruz y santa Teresa de Avila.
Releyendo las obras de Platón he encontrado que en las leyes se hace explícita su condena de toda relación homosexual. Las leyes como es sabido, es la obra cumbre de la madurez de Platón, mientras que el Fedro es una obra de juventud. Sin embargo me parece que no existe ninguna contradicción entre lo que dice Platón sobre el amor homosexual en las Leyes y en el Fedro. A continuación se incluyen las citas correspondientes:
En las Leyes, el ateniense, quién lleva la voz cantante en el diálogo dice, en opinión unánime compartida por los demás participantes del diálogo; “Otro mal gravísimo han causado los gimnasios, que ha sido pervertir el uso de los placeres del amor, tal como se halla arreglado por la naturaleza, no sólo para los hombres sino también para los animales; y vuestras dos ciudades, en primer término, y los demás Estados en que se han introducido los gimnasios, son la causa de este desorden. Bajo cualquier aspecto que se examinen los placeres del amor, sea en serio sea en chanza, es indudable que la naturaleza los ha ligado a la unión de los dos sexos, que tiene por objeto la generación; y que cualquier otra unión de varones con varones y de hembras con hembras es un atentado contra la naturaleza...”
En el Fedro obra de la juventud, la condena es más fogosa. Sócrates y de acuerdo con él todos los personajes del diálogo, expresa que: “El alma que no tiene un recuerdo reciente de los misterios divinos, o que se ha abandonado a las corrupciones de la tierra, tiene dificultad de elevarse de las cosas de este mundo hasta la perfecta belleza por la contemplación de los objetos terrestres, que llevan su nombre; antes bien, en vez de sentirse movida por el respeto hacia ella, se deja dominar por el atractivo del placer, y, como una bestia salvaje, violando el orden eterno, se abandona a un deseo brutal, y en su grosero no teme, no se avergüenza de consumar un placer contra la naturaleza. Pero l hombre que ha sido perfectamente iniciado, que contemplo en otro tiempo el mayor número de esencias, cuando ve un semblante que remeda la belleza celeste o un cuerpo que le recuerda por sus formas la esencia de la belleza, siente por lo pronto como un temblor, y experimenta los temores religiosos de otro tiempo; y fijando después sus miradas en el objeto amable, lo respeta como a un dios”. Cosa distinta es que Platón en el Fedro más adelante matiza la condena. Declara en forma inequívoca que la relación amorosa entre el hombre y el joven debe excluir el placer sexual como contrario a la naturaleza. Ello no obstante admite, que si de hecho han caído en una relación homosexual no todo en ella será necesariamente negativo. Entiende que pueden existir otros valores que pueden hacer positiva, en esos otros aspectos, la relación. Esa actitud corresponde y es semejante a la tolerancia de hoy en día.
En el Fedro Platón manifiesta que la más alta relación humana que puede existir es la que proviene del recuerdo del dios de que se es devoto. Cuando el hombre halla el rostro de un joven que le recuerda al dios, queda fuera de sí. Si ambas son personas superiores se establecerá entre ellas una cabal relación espiritual; si no lo son, podrían caer en una relación que Platón califica vulgar.
Para explicar esto recurre a la alegoría del cochero, que es le alma, que conduce un carro, que es el cuerpo, el cual es tirado por dos caballos de índole distinta, de buena raza uno (que representa la razón y las virtudes), y vicioso el otro (que representa las pasiones); el carruaje resulta difícil de conducir, porque un caballo tira hacia arriba, hacia lo alto, mientras que el otro tira hacia abajo. Según que gane uno u otro corcel así será la relación. Es que el propósito de esa relación es espiritual es llegar a alcanzar en la otra vida el mundo celeste, propósito que alcanzan inmediatamente quienes hasta la muerte se aman castamente.

1 comentario:

  1. Me parese un tema un poco extraño y difisil de entender pero las pequeñas cosas que se entienden son muy interesantes y en verdad ayuda a comprender la mentalidad de las personas de esa epoca y sobre todo la de platon.
    Tambien es muy interesante el punto de vista que tiene el con respecto a este tema es algo muy interesante...

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