ORIGEN DE LA FILOSOFÍA MEDIEVAL
Se conoce como Filosofía medieval a la época comprendida entre los siglos II y XIV d. C., enmarcada por el exagerado teocentrismo cristiano; es precisamente el cristianismo el que enmarca la división más profunda de la filosofía, separa las dos etapas de mayor producción filosófica, la antigüedad y la modernidad.
La Filosofía Medieval esta enmarcada por la doctrina de Cristo, a partir de Él se dividieron los sabios de su época, unos que defendían su doctrina y otros que por el contrario la atacaban. Los que atacaban el pensamiento cristiano lo hacían con argumentos filosóficos, por tal motivo los defensores se vieron en la necesidad de prepararse en filosofía griega, de ésta forma surge lo que se conoce en la historia como la Filosofía Cristiana, aunque la intención de estos primeros filósofos no era la de hacer filosofía. Es entonces el cristianismo quien modifica los supuestos sobre los que se mueve el hombre y en últimas su filosofar. Durante éste período identificamos tres momentos, el de Iniciación o Filosofía Patrística (desde el siglo II hasta el XII), el Apogeo o Filosofía Escolástica (siglo XIII) y la decadencia (siglo XIV).
DEL DESARROLLO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO A LA IDEOLOGÍA RELIGIOSA
Cristo trae una nueva idea que le va a dar sentido a la existencia del hombre y del mundo, y es el concepto de creación, idea que retomada del libro del Génesis: “In principo creavit Deus Caelum et terram”, y es precisamente a partir de esta frase que surge la nueva filosofía. Tengamos en cuenta ante todo, que el cristianismo no es propiamente una filosofía, se ha de entender como una religión o como un estilo de vida, que sin embargo le da un nuevo carácter a ésta; la intención fundamental de los filósofos de este período no era el de hacer filosofía sino el de defender su fe, por ésta razón a muchos se les conoce como apologistas.
El concepto de creación de la nada, como lo entendían los judíos, choca lógicamente con el pensamiento griego, ya que éstos no podían concebir la idea de un surgir de las cosas a partir de la nada, por el contrario lo entendían como un simple momento de una eterna evolución de la materia. Para que la filosofía tenga el carácter cristiano debe fundarse en cinco principios básicos:
* Existencia de un solo Dios personal, distinto del mundo, espíritu puro de infinita perfección.
* La creación de todos los seres que existen en la naturaleza a partir de la nada.
* Mediante su providencia Dios conserva y gobierna el mundo.
* Todo hombre tiene un alma espiritual, racional, libre e inmortal.
* Todos tenemos un destino futuro: eterna felicidad (buenos) y eterna desgracia (malos).
LA FILOSOFÍA PATRÍSTCA
Se conoce con el nombre de Filosofía Patrística, a la reflexión filosófica de los primeros padres de la iglesia, (de ahí viene precisamente su nombre Pater– Patris), cuyo interés no es intelectual ni teórico, sino apologético, y es que por ejemplo ni San Juan, ni San Pablo en ningún instante intentaron hacer filosofía, sin embargo la filosofía si se ocupa de estudiar el pensamiento de ellos. De ésta forma la nueva filosofía, fundamentada en la apología de la fe, fue constituyendo los temas especulativos como una forma de reaccionar contra las herejías y el paganismo; así se constituyó entonces el dogma de la fe cristiana (El Credo).
Entre los principales representantes, encontramos los apóstoles y los primeros padres de la Iglesia: Hasta el siglo IV, podemos destacar a: San Juan, San Pablo, San Justino, San Clemente de Alejandría, San Hilario, San Gregorio Niceno, San Atanasio, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, Atenágoras, Lactancio, Orígenes, Tertuliano y San Agustín; del siglo V al VIII, con la invasión barbara sobreviene un decaimiento en la filosofía y la cultura cristiana; todo es destruido y una nueva cultura se sobrepone a la incultura con gran dificultad y lentitud, se destacaron en éste período: Dionisio el Areopagita, Casiodoro, Boecio, San Isidro de Sevilla, san Juan Damaceno y el monje Alcuino. Ya en los siglos IX y X es poca la filosofía que se cultiva y escasamente sobresale Juan Escoto Erígena.
La Filosofía Patrística, no tiene un sistema definido y riguroso, sus fuentes primordiales son el pensamiento griego, del cual toman en cada caso lo necesario, por tal motivo sus conocimientos de la filosofía griega son parciales y deficientes, son eclécticos, el filósofo que más conocen es Platón, en el que encuentran analogías con el cristianismo.
San Juan Evangelista: Uno de los doce apóstoles, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago. También se le conoce como san Juan el Divino. Primero fue discípulo de Juan el Bautista y luego de Jesús, que le hizo apóstol y le llamó, junto a su hermano Santiago, boanerges (del griego, 'hijos del trueno') por su celo. Como Santiago y Pedro, fue uno de los discípulos que contemplo la transfiguración de Jesús y su agonía en Getsemaní. Participó activamente en la organización de la primera Iglesia en Palestina, y más tarde, por toda Asia Menor. Según la tradición, durante el periodo de persecuciones romanas, huyó a Patmos, donde se cree que escribió el Apocalipsis, o Libro de la Revelación; después viajó a Éfeso y las mismas tradiciones dicen que escribió tres cartas y el cuarto evangelio. En Asia Menor se le venera como patrón y en las pinturas se le representa con varios emblemas, entre ellos el águila le identifica como evangelista.
San Juan Damasceno: (675-749), teólogo, Padre y Doctor de la Iglesia. Nació en Damasco (Siria) y a pesar de ser cristiano, fue un alto funcionario del tesoro del califa de Damasco, pero hacia el año 700 renunció a su cargo a causa de la hostilidad del califa hacia los cristianos. Se retiró al monasterio de Mar Saba, cerca de Jerusalén, donde se ordenó sacerdote. Cuando surgió la controversia sobre la herejía de los iconoclastas, se opuso y luchó contra los edictos del emperador bizantino León II que prohibían la veneración de las estatuas e imágenes sagradas; al no ser súbdito del emperador pudo hacerlo con impunidad.
San Juan Damasceno, llamado Chrysorrhoas (del griego, 'río de oro') por su habilidad oratoria, estuvo considerado como uno de los filósofos más sobresalientes de su época. Escribió Fuente del conocimiento, libro de texto básico sobre la teología dogmática de la Iglesia griega primitiva, que se compone de tres partes: Maestros de la filosofía, Compendio de herejías y Exposición exacta de la fe ortodoxa. La tercera parte, contiene un sistema teológico completo basado en las enseñanzas de los primeros padres de la Iglesia griega y en los sínodos eclesiásticos del siglo IV al VII.
San Clemente I, Primero de los escritores eclesiásticos llamados Padres Apostólicos. Según el teólogo Ireneo (siglo II); fue el tercer obispo de Roma y estuvo familiarizado con san Pedro y san Pablo. Aunque se conocen pocos detalles de su biografía, la alta estima en que se tuvo a Clemente es clara a partir de su Epístola a los Corintios, que fue considerada de forma unánime como un libro canónico de la Biblia hasta el siglo IV. Unos de los más importantes documentos de los tiempos apostólicos, esta epístola es la pieza más antigua de la literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento, de la que el nombre, cargo y fecha del autor están probados con rigor histórico. La aparición de disputas dentro de la Iglesia de Corinto, donde ciertos presbíteros (ancianos) habían sido depuestos, empujó al autor a intervenir. La epístola es una valiosa fuente de información sobre la vida, doctrina y organización de la Iglesia cristiana primitiva.
San Hilario de Poitiers: (315-367), prelado cristiano y doctor de la Iglesia, nacido en Poitiers. De familia pagana, fue un converso al cristianismo. Hacia el año 353 fue elegido obispo de Poitiers, y muy pronto comenzó una rigurosa represión de la herejía del arrianismo en su diócesis. Aunque sus adversarios arrianos consiguieron su destierro a Frigia en el año 356, Hilario asistió al sínodo de Seleucia en el año 359, donde pronunció una erudita y enérgica defensa de la ortodoxia. Regresó a Poitiers en el 361 y siguió atacando al arrianismo hasta su muerte. Se festividad se conmemora el 13 de enero.
Dionisio el Areopagita (siglo I d.C.), miembro del Areópago de Atenas y convertido al cristianismo gracias a la predicación de san Pablo. Parece ser que fue el primer obispo de Atenas y que fue martirizado allí durante el reinado de Domiciano, emperador de Roma. Otra tradición le confunde con el apóstol de Francia, san Dionisio (Saint Denis). En la edad media se le atribuyeron un conjunto de textos griegos que investigadores modernos identifican como obra de un neoplatonista (conocido como Pseudo-Dionisio). Estos escritos son Sobre la jerarquía celestial y Sobre la jerarquía eclesiástica, obras que se ocupan de las tres triadas de órdenes de seres angélicos y de sus réplicas terrenales; Nombres divinos, un tratado sobre lo que las denominaciones de Dios en la Biblia pueden enseñar respecto a su naturaleza y atributos, y Teología mística, en la que el autor expone una forma de misticismo intuitivo.
Boecio (480-524), filósofo y hombre de Estado romano, que supo ganarse la estima y confianza de Teodorico I el Grande, rey de los ostrogodos, y por entonces señor también de Roma, quien en 510 le nombró cónsul. Más tarde fue acusado por sus enemigos de preparar una traición, y, aunque inocente, fue encarcelado en Pavía y ejecutado. Mientras estuvo en la cárcel escribió De Consolatione Philosophiae (Sobre la consolación de la Filosofía, 523), obra filosófica que, aunque escrita por alguien que no era cristiano, contiene muchos elementos de la ética cristiana por lo que fue tenida en muy alta consideración durante toda la época medieval. Se hicieron muchas traducciones de la obra y muy célebres son las del rey Alfredo el Grande y la del poeta Geoffrey Chaucer. Boecio escribió también un tratado de lógica sobre todo influido por la terminología lógica de los medievales, y realizó diversas traducciones y comentarios de las obras de Aristóteles, que sirvieron para que los escolares de entonces se iniciaran en el conocimiento del filósofo griego; escribió también sobre música, aritmética y teología.
SAN AGUSTÍN Y EL PROBLEMA DEL MAL: Nació en Tagaste, Africa (354-430), considerado el más grande de los padres de la Iglesia y uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental. Su padre, Patricio era un pagano (que más tarde se convirtió al cristianismo); su madre, Mónica, era una devota cristiana que dedicó toda su vida a la conversión de su hijo, siendo canonizada por la Iglesia católica romana Agustín. Se educó como retórico en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los 30 años vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con la que tuvo un hijo al que llamó Adeodatus (lat. regalo de Dios).
Inspirado por la lectura del tratado filosófico Hortensius, del orador y estadista romano Cicerón, Agustín se convierte en un ardiente buscador de la verdad, estudiando varias corrientes filosóficas antes de ingresar en el seno de la Iglesia católica. Después de su conversión, se dice que fue tal su entrega, que abandonó su vida mundana y se entregó al estudio de la teología, centrado siempre en el problema del bien, lo que le mereció que fuese erigido obispo de la iglesia. Le correspondió vivir un periodo de gran agitación política y teológica, ya que Europa y en general el cristianismo se veían amenazados por las incursiones de los bárbaros, y con ellos se desencadenaría el cisma y las herejías que amenazaban la unidad de la Iglesia. Murió en Hipona el 28 de agosto del año 430.
La filosofía agustiniana tiene un contenido que se expresa del modo más radical en los soliloquios: “Deum et animam scire cupio. Nihilne plus? Nihil omnino” (Quiero saber de Dios y del alma. ¿Nada más? Según lo anterior podemos decir que sólo dos temas le interesaron a Agustín, Dios y alma, donde el centro de la especulación es Dios y de allí parte toda su labor metafísica y teológica, demostrando la existencia de Dios, por medio del argumento (platónico) de la existencia de las verdades eternas, en especial de los primeros principios, superiores al orden sensible, los cuales no son fruto de la experiencia sino que requieren a Dios como fuente de ellos; dios no sólo es la causa eficiente sino también la causa ejemplar de todos los seres, que fueron hechos de acuerdo con las ideas divinas. Dios es el sol de toda inteligencia, que participa su luz a todas las inteligencias creadas, velando a su vez por su conservación.
Es el primer filósofo en tratar el problema del MAL, al cual considera no como un ser sino como la carencia o deficiencia de ser, es una especie de corrupción, que no puede existir sino en el ser que se corrompe; el mal físico tiene su raíz en la limitación natural de sus criaturas, que por imperfección de su ser pueden decaer y aún destruirse entre sí; el mal moral, tiene su raíz en el abuso de la libertad humana, y no es más que la desviación de la rectitud debida. Atraído por su principio fundamental de conflicto entre el bien y el mal, Agustín se adhiere al maniqueísmo(filosofía dualista de Persia propagada por los romanos) durante nueve años, el maniqueísmo le pareció a una doctrina que podía corresponder a la experiencia y proporcionar las hipótesis más adecuadas sobre las que construir un sistema filosófico y ético. Además, su código moral no era muy estricto. Desilusionado por la imposibilidad de reconciliar ciertos principios maniqueístas contradictorios, abandona esta doctrina y dirigió su atención hacia el escepticismo.
Hacia el año 383 se trasladó de Cartago a Roma, pero un año más tarde fue enviado a Milán como catedrático de retórica. Aquí se movió bajo la órbita del neoplatonismo y conoció también al obispo de la ciudad, san Ambrosio, el eclesiástico más distinguido de Italia en aquel momento. Es entonces cuando Agustín se sintió atraído de nuevo por el cristianismo. Un día por fin, según su propio relato, creyó escuchar una voz, como la de un niño, que repetía: "Toma y lee". Interpretó esto como una exhortación divina a leer las Escrituras y leyó el primer pasaje que apareció al azar: "… nada de comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfrenos, nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias" (Rom. 13, 13-14), momento en el que decide abrazar el cristianismo, haciéndose bautizar junto con su hijo natural.
Además de combatir la herejía maniqueísta, participó en dos grandes conflictos religiosos: uno de ellos fue con los donatistas, secta que mantenía la invalidez de los sacramentos si no eran administrados por eclesiásticos sin pecado. El otro lo mantuvo con los pelagianos, seguidores de un monje contemporáneo británico que negaba la doctrina del pecado original. Durante este conflicto, que fue largo y enconado, Agustín desarrolló sus doctrinas de pecado original y gracia divina, soberanía divina y predestinación. La Iglesia católica apostólica romana ha encontrado especial satisfacción en los aspectos institucionales o eclesiásticos de las doctrinas de san Agustín; la teología católica, lo mismo que la protestante, están basadas en su mayor parte, en las teorías agustinianas.
La doctrina agustiniana se situaba entre los extremos del pelagianismo y el maniqueísmo. Contra la doctrina de Pelagio mantenía que la desobediencia espiritual del hombre se había producido en un estado de pecado que la naturaleza humana era incapaz de cambiar. En su teología, los hombres y las mujeres son salvados por el don de la gracia divina; contra el maniqueísmo defendió con energía el papel del libre albedrío en unión con la gracia.
Obras: Como escritor, fue prolífico, convincente y un brillante estilista. Su obra más conocida es su autobiografía Confesiones (400), donde narra sus primeros años y su conversión. En su gran apología cristiana La ciudad de Dios (413-426), formula una filosofía teológica de la historia; de los veintidós libros de esta obra diez están dedicados a polemizar sobre el panteísmo, los doce libros restantes se ocupan del origen, destino y progreso de la Iglesia, a la que considera como oportuna sucesora del paganismo. En el año 428, escribió las Retractiones, donde expuso su veredicto final sobre sus primeros libros, corrigiendo todo lo que su juicio más maduro consideró engañoso o equivocado. Sus otros escritos incluyen las Epístolas; sus tratados De libero arbitrio (389-395), De doctrina Christiana (397-428), De Baptismo, Contra Donatistas (400-401), De Trinitate (400-416), De natura et gratia (415) y homilías sobre diversos libros de la Biblia.
Se conoce como Filosofía medieval a la época comprendida entre los siglos II y XIV d. C., enmarcada por el exagerado teocentrismo cristiano; es precisamente el cristianismo el que enmarca la división más profunda de la filosofía, separa las dos etapas de mayor producción filosófica, la antigüedad y la modernidad.
La Filosofía Medieval esta enmarcada por la doctrina de Cristo, a partir de Él se dividieron los sabios de su época, unos que defendían su doctrina y otros que por el contrario la atacaban. Los que atacaban el pensamiento cristiano lo hacían con argumentos filosóficos, por tal motivo los defensores se vieron en la necesidad de prepararse en filosofía griega, de ésta forma surge lo que se conoce en la historia como la Filosofía Cristiana, aunque la intención de estos primeros filósofos no era la de hacer filosofía. Es entonces el cristianismo quien modifica los supuestos sobre los que se mueve el hombre y en últimas su filosofar. Durante éste período identificamos tres momentos, el de Iniciación o Filosofía Patrística (desde el siglo II hasta el XII), el Apogeo o Filosofía Escolástica (siglo XIII) y la decadencia (siglo XIV).
DEL DESARROLLO FILOSÓFICO Y CIENTÍFICO A LA IDEOLOGÍA RELIGIOSA
Cristo trae una nueva idea que le va a dar sentido a la existencia del hombre y del mundo, y es el concepto de creación, idea que retomada del libro del Génesis: “In principo creavit Deus Caelum et terram”, y es precisamente a partir de esta frase que surge la nueva filosofía. Tengamos en cuenta ante todo, que el cristianismo no es propiamente una filosofía, se ha de entender como una religión o como un estilo de vida, que sin embargo le da un nuevo carácter a ésta; la intención fundamental de los filósofos de este período no era el de hacer filosofía sino el de defender su fe, por ésta razón a muchos se les conoce como apologistas.
El concepto de creación de la nada, como lo entendían los judíos, choca lógicamente con el pensamiento griego, ya que éstos no podían concebir la idea de un surgir de las cosas a partir de la nada, por el contrario lo entendían como un simple momento de una eterna evolución de la materia. Para que la filosofía tenga el carácter cristiano debe fundarse en cinco principios básicos:
* Existencia de un solo Dios personal, distinto del mundo, espíritu puro de infinita perfección.
* La creación de todos los seres que existen en la naturaleza a partir de la nada.
* Mediante su providencia Dios conserva y gobierna el mundo.
* Todo hombre tiene un alma espiritual, racional, libre e inmortal.
* Todos tenemos un destino futuro: eterna felicidad (buenos) y eterna desgracia (malos).
LA FILOSOFÍA PATRÍSTCA
Se conoce con el nombre de Filosofía Patrística, a la reflexión filosófica de los primeros padres de la iglesia, (de ahí viene precisamente su nombre Pater– Patris), cuyo interés no es intelectual ni teórico, sino apologético, y es que por ejemplo ni San Juan, ni San Pablo en ningún instante intentaron hacer filosofía, sin embargo la filosofía si se ocupa de estudiar el pensamiento de ellos. De ésta forma la nueva filosofía, fundamentada en la apología de la fe, fue constituyendo los temas especulativos como una forma de reaccionar contra las herejías y el paganismo; así se constituyó entonces el dogma de la fe cristiana (El Credo).
Entre los principales representantes, encontramos los apóstoles y los primeros padres de la Iglesia: Hasta el siglo IV, podemos destacar a: San Juan, San Pablo, San Justino, San Clemente de Alejandría, San Hilario, San Gregorio Niceno, San Atanasio, San Juan Crisóstomo, San Ambrosio, Atenágoras, Lactancio, Orígenes, Tertuliano y San Agustín; del siglo V al VIII, con la invasión barbara sobreviene un decaimiento en la filosofía y la cultura cristiana; todo es destruido y una nueva cultura se sobrepone a la incultura con gran dificultad y lentitud, se destacaron en éste período: Dionisio el Areopagita, Casiodoro, Boecio, San Isidro de Sevilla, san Juan Damaceno y el monje Alcuino. Ya en los siglos IX y X es poca la filosofía que se cultiva y escasamente sobresale Juan Escoto Erígena.
La Filosofía Patrística, no tiene un sistema definido y riguroso, sus fuentes primordiales son el pensamiento griego, del cual toman en cada caso lo necesario, por tal motivo sus conocimientos de la filosofía griega son parciales y deficientes, son eclécticos, el filósofo que más conocen es Platón, en el que encuentran analogías con el cristianismo.
San Juan Evangelista: Uno de los doce apóstoles, hijo de Zebedeo y hermano de Santiago. También se le conoce como san Juan el Divino. Primero fue discípulo de Juan el Bautista y luego de Jesús, que le hizo apóstol y le llamó, junto a su hermano Santiago, boanerges (del griego, 'hijos del trueno') por su celo. Como Santiago y Pedro, fue uno de los discípulos que contemplo la transfiguración de Jesús y su agonía en Getsemaní. Participó activamente en la organización de la primera Iglesia en Palestina, y más tarde, por toda Asia Menor. Según la tradición, durante el periodo de persecuciones romanas, huyó a Patmos, donde se cree que escribió el Apocalipsis, o Libro de la Revelación; después viajó a Éfeso y las mismas tradiciones dicen que escribió tres cartas y el cuarto evangelio. En Asia Menor se le venera como patrón y en las pinturas se le representa con varios emblemas, entre ellos el águila le identifica como evangelista.
San Juan Damasceno: (675-749), teólogo, Padre y Doctor de la Iglesia. Nació en Damasco (Siria) y a pesar de ser cristiano, fue un alto funcionario del tesoro del califa de Damasco, pero hacia el año 700 renunció a su cargo a causa de la hostilidad del califa hacia los cristianos. Se retiró al monasterio de Mar Saba, cerca de Jerusalén, donde se ordenó sacerdote. Cuando surgió la controversia sobre la herejía de los iconoclastas, se opuso y luchó contra los edictos del emperador bizantino León II que prohibían la veneración de las estatuas e imágenes sagradas; al no ser súbdito del emperador pudo hacerlo con impunidad.
San Juan Damasceno, llamado Chrysorrhoas (del griego, 'río de oro') por su habilidad oratoria, estuvo considerado como uno de los filósofos más sobresalientes de su época. Escribió Fuente del conocimiento, libro de texto básico sobre la teología dogmática de la Iglesia griega primitiva, que se compone de tres partes: Maestros de la filosofía, Compendio de herejías y Exposición exacta de la fe ortodoxa. La tercera parte, contiene un sistema teológico completo basado en las enseñanzas de los primeros padres de la Iglesia griega y en los sínodos eclesiásticos del siglo IV al VII.
San Clemente I, Primero de los escritores eclesiásticos llamados Padres Apostólicos. Según el teólogo Ireneo (siglo II); fue el tercer obispo de Roma y estuvo familiarizado con san Pedro y san Pablo. Aunque se conocen pocos detalles de su biografía, la alta estima en que se tuvo a Clemente es clara a partir de su Epístola a los Corintios, que fue considerada de forma unánime como un libro canónico de la Biblia hasta el siglo IV. Unos de los más importantes documentos de los tiempos apostólicos, esta epístola es la pieza más antigua de la literatura cristiana fuera del Nuevo Testamento, de la que el nombre, cargo y fecha del autor están probados con rigor histórico. La aparición de disputas dentro de la Iglesia de Corinto, donde ciertos presbíteros (ancianos) habían sido depuestos, empujó al autor a intervenir. La epístola es una valiosa fuente de información sobre la vida, doctrina y organización de la Iglesia cristiana primitiva.
San Hilario de Poitiers: (315-367), prelado cristiano y doctor de la Iglesia, nacido en Poitiers. De familia pagana, fue un converso al cristianismo. Hacia el año 353 fue elegido obispo de Poitiers, y muy pronto comenzó una rigurosa represión de la herejía del arrianismo en su diócesis. Aunque sus adversarios arrianos consiguieron su destierro a Frigia en el año 356, Hilario asistió al sínodo de Seleucia en el año 359, donde pronunció una erudita y enérgica defensa de la ortodoxia. Regresó a Poitiers en el 361 y siguió atacando al arrianismo hasta su muerte. Se festividad se conmemora el 13 de enero.
Dionisio el Areopagita (siglo I d.C.), miembro del Areópago de Atenas y convertido al cristianismo gracias a la predicación de san Pablo. Parece ser que fue el primer obispo de Atenas y que fue martirizado allí durante el reinado de Domiciano, emperador de Roma. Otra tradición le confunde con el apóstol de Francia, san Dionisio (Saint Denis). En la edad media se le atribuyeron un conjunto de textos griegos que investigadores modernos identifican como obra de un neoplatonista (conocido como Pseudo-Dionisio). Estos escritos son Sobre la jerarquía celestial y Sobre la jerarquía eclesiástica, obras que se ocupan de las tres triadas de órdenes de seres angélicos y de sus réplicas terrenales; Nombres divinos, un tratado sobre lo que las denominaciones de Dios en la Biblia pueden enseñar respecto a su naturaleza y atributos, y Teología mística, en la que el autor expone una forma de misticismo intuitivo.
Boecio (480-524), filósofo y hombre de Estado romano, que supo ganarse la estima y confianza de Teodorico I el Grande, rey de los ostrogodos, y por entonces señor también de Roma, quien en 510 le nombró cónsul. Más tarde fue acusado por sus enemigos de preparar una traición, y, aunque inocente, fue encarcelado en Pavía y ejecutado. Mientras estuvo en la cárcel escribió De Consolatione Philosophiae (Sobre la consolación de la Filosofía, 523), obra filosófica que, aunque escrita por alguien que no era cristiano, contiene muchos elementos de la ética cristiana por lo que fue tenida en muy alta consideración durante toda la época medieval. Se hicieron muchas traducciones de la obra y muy célebres son las del rey Alfredo el Grande y la del poeta Geoffrey Chaucer. Boecio escribió también un tratado de lógica sobre todo influido por la terminología lógica de los medievales, y realizó diversas traducciones y comentarios de las obras de Aristóteles, que sirvieron para que los escolares de entonces se iniciaran en el conocimiento del filósofo griego; escribió también sobre música, aritmética y teología.
SAN AGUSTÍN Y EL PROBLEMA DEL MAL: Nació en Tagaste, Africa (354-430), considerado el más grande de los padres de la Iglesia y uno de los más eminentes doctores de la Iglesia occidental. Su padre, Patricio era un pagano (que más tarde se convirtió al cristianismo); su madre, Mónica, era una devota cristiana que dedicó toda su vida a la conversión de su hijo, siendo canonizada por la Iglesia católica romana Agustín. Se educó como retórico en las ciudades norteafricanas de Tagaste, Madaura y Cartago. Entre los 15 y los 30 años vivió con una mujer cartaginesa cuyo nombre se desconoce, con la que tuvo un hijo al que llamó Adeodatus (lat. regalo de Dios).
Inspirado por la lectura del tratado filosófico Hortensius, del orador y estadista romano Cicerón, Agustín se convierte en un ardiente buscador de la verdad, estudiando varias corrientes filosóficas antes de ingresar en el seno de la Iglesia católica. Después de su conversión, se dice que fue tal su entrega, que abandonó su vida mundana y se entregó al estudio de la teología, centrado siempre en el problema del bien, lo que le mereció que fuese erigido obispo de la iglesia. Le correspondió vivir un periodo de gran agitación política y teológica, ya que Europa y en general el cristianismo se veían amenazados por las incursiones de los bárbaros, y con ellos se desencadenaría el cisma y las herejías que amenazaban la unidad de la Iglesia. Murió en Hipona el 28 de agosto del año 430.
La filosofía agustiniana tiene un contenido que se expresa del modo más radical en los soliloquios: “Deum et animam scire cupio. Nihilne plus? Nihil omnino” (Quiero saber de Dios y del alma. ¿Nada más? Según lo anterior podemos decir que sólo dos temas le interesaron a Agustín, Dios y alma, donde el centro de la especulación es Dios y de allí parte toda su labor metafísica y teológica, demostrando la existencia de Dios, por medio del argumento (platónico) de la existencia de las verdades eternas, en especial de los primeros principios, superiores al orden sensible, los cuales no son fruto de la experiencia sino que requieren a Dios como fuente de ellos; dios no sólo es la causa eficiente sino también la causa ejemplar de todos los seres, que fueron hechos de acuerdo con las ideas divinas. Dios es el sol de toda inteligencia, que participa su luz a todas las inteligencias creadas, velando a su vez por su conservación.
Es el primer filósofo en tratar el problema del MAL, al cual considera no como un ser sino como la carencia o deficiencia de ser, es una especie de corrupción, que no puede existir sino en el ser que se corrompe; el mal físico tiene su raíz en la limitación natural de sus criaturas, que por imperfección de su ser pueden decaer y aún destruirse entre sí; el mal moral, tiene su raíz en el abuso de la libertad humana, y no es más que la desviación de la rectitud debida. Atraído por su principio fundamental de conflicto entre el bien y el mal, Agustín se adhiere al maniqueísmo(filosofía dualista de Persia propagada por los romanos) durante nueve años, el maniqueísmo le pareció a una doctrina que podía corresponder a la experiencia y proporcionar las hipótesis más adecuadas sobre las que construir un sistema filosófico y ético. Además, su código moral no era muy estricto. Desilusionado por la imposibilidad de reconciliar ciertos principios maniqueístas contradictorios, abandona esta doctrina y dirigió su atención hacia el escepticismo.
Hacia el año 383 se trasladó de Cartago a Roma, pero un año más tarde fue enviado a Milán como catedrático de retórica. Aquí se movió bajo la órbita del neoplatonismo y conoció también al obispo de la ciudad, san Ambrosio, el eclesiástico más distinguido de Italia en aquel momento. Es entonces cuando Agustín se sintió atraído de nuevo por el cristianismo. Un día por fin, según su propio relato, creyó escuchar una voz, como la de un niño, que repetía: "Toma y lee". Interpretó esto como una exhortación divina a leer las Escrituras y leyó el primer pasaje que apareció al azar: "… nada de comilonas y borracheras, nada de lujurias y desenfrenos, nada de rivalidades y envidias. Revestíos más bien del Señor Jesucristo, y no os preocupéis de la carne para satisfacer sus concupiscencias" (Rom. 13, 13-14), momento en el que decide abrazar el cristianismo, haciéndose bautizar junto con su hijo natural.
Además de combatir la herejía maniqueísta, participó en dos grandes conflictos religiosos: uno de ellos fue con los donatistas, secta que mantenía la invalidez de los sacramentos si no eran administrados por eclesiásticos sin pecado. El otro lo mantuvo con los pelagianos, seguidores de un monje contemporáneo británico que negaba la doctrina del pecado original. Durante este conflicto, que fue largo y enconado, Agustín desarrolló sus doctrinas de pecado original y gracia divina, soberanía divina y predestinación. La Iglesia católica apostólica romana ha encontrado especial satisfacción en los aspectos institucionales o eclesiásticos de las doctrinas de san Agustín; la teología católica, lo mismo que la protestante, están basadas en su mayor parte, en las teorías agustinianas.
La doctrina agustiniana se situaba entre los extremos del pelagianismo y el maniqueísmo. Contra la doctrina de Pelagio mantenía que la desobediencia espiritual del hombre se había producido en un estado de pecado que la naturaleza humana era incapaz de cambiar. En su teología, los hombres y las mujeres son salvados por el don de la gracia divina; contra el maniqueísmo defendió con energía el papel del libre albedrío en unión con la gracia.
Obras: Como escritor, fue prolífico, convincente y un brillante estilista. Su obra más conocida es su autobiografía Confesiones (400), donde narra sus primeros años y su conversión. En su gran apología cristiana La ciudad de Dios (413-426), formula una filosofía teológica de la historia; de los veintidós libros de esta obra diez están dedicados a polemizar sobre el panteísmo, los doce libros restantes se ocupan del origen, destino y progreso de la Iglesia, a la que considera como oportuna sucesora del paganismo. En el año 428, escribió las Retractiones, donde expuso su veredicto final sobre sus primeros libros, corrigiendo todo lo que su juicio más maduro consideró engañoso o equivocado. Sus otros escritos incluyen las Epístolas; sus tratados De libero arbitrio (389-395), De doctrina Christiana (397-428), De Baptismo, Contra Donatistas (400-401), De Trinitate (400-416), De natura et gratia (415) y homilías sobre diversos libros de la Biblia.
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